Unidad de Psicología y Logopedia

Con los niños nos encontramos trastornos del aprendizaje, del comportamiento y del estado de ánimo, que en muchas ocasiones se presentan de manera conjunta, por eso el trabajo en equipo es una muy buena opción para abordarlos.

Para llevar a cabo un buen proceso diagnóstico, a menudo iniciamos la intervención con una exploración neuropsicológica que nos permite conocer el funcionamiento interno del niño y poder valorar así donde se encuentra el problema de base; a partir de ahí, podremos ofrecer el enfoque necesario que guiará el proceso de intervención tanto para el niño como para la familia, sin olvidar los diferentes entornos donde se desarrolla el niño como la escuela y familiares cercanos.

La adolescencia es una etapa de cambios constantes, de crecimiento, de adquisición de responsabilidades… una etapa que genera conflictos e inseguridades tanto personales como con las personas que nos rodean.

Para muchas familias, la adolescencia se vive como una ruptura de la vida que había llevado hasta el momento, un no saber qué está pasando.

Vivir este momento desde el acompañamiento y la comprensión, será de gran valor para toda la familia.

Si bien hemos hablado de lo que implica la psicología en el niño y en el adolescente, no podemos olvidar el adulto. Llegar a la edad adulta a veces implica una cierta ambivalencia entre lo que podría haber sido y lo que será; es decir, un ir y venir entre pasado y futuro olvidando el presente, la realidad.

Experiencias buscadas, frustraciones, expectativas… un conjunto que en algunos momentos provoca ciertos desequilibrios que se observan a través de cambios de humor, nerviosismo, angustia, ansiedad, depresión …

Cuando el adulto asiste a terapia se ofrece la oportunidad a sí mismo de descubrirse nuevamente, comenzar con aquellas cosas que había olvidado hasta el momento, de trazar un nuevo camino, un camino, este sí, deseado y meditado para la propia experiencia de la persona.